Hoy nos tocó viajar a la localidad de 20 de Junio (La Matanza) para charlar con el artista plástico Raúl Collemi (09/03/1966 - CABA).
Vive junto a su esposa Patricia Navún y su hijo Nicola Collemi de unos 14 años, en una humilde casa desde principios de 1990. Allí Raúl nos brinda su atención para poder desarrollar cuestiones esenciales de la vida, con una perspectiva de una familia que resiste mediante el arte a pulsiones y presiones que dejó el neoliberalismo.
Hoy mismo me pregunté ¿qué nos deja Raúl Collemi a todos los vecinos y las vecinas de Buenos Aires? y creo que, al leer estas líneas, comprenderemos que es esencial su modo filosófico y político, que se traducen a decisiones de vida; y trataremos de hacer una autocrítica a nuestra cotidianidad, ya que en su hogar están los indicios para construir un futuro mejor.
Nicola Abbagnano en Existencialismo Positivo nos dice “la existencia del hombre es la búsqueda del ser” y creo claramente que la familia Collemi ha derribado cada distracción para lograr ante tanta finitud el compromiso ético de vivir en busca del ser. Ahora sólo quedará en manos de los lectores conocer parte de su vida y pensamiento.
- ¿De qué vivís Raúl?
- Hasta el año 2015 trabajé en la Feria de Artesanos (San Isidro), luego de casi veinticinco años de feria.
Patricia (su esposa) y amigos, me decían “¿por qué no das clases?” y al final terminé cediendo y abriendo un taller en casa. Empezaron a llegar alumnos de la edad de mi hijo (14 años) y después adultos, gente ya profesional, que ya se había recibido en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y en la Universidad Nacional de las Artes. Luego hicimos seminarios de escultura en metal para gente ya formada. En un momento, los tiempos coinciden con la jubilación de mi maestro escultor Eduardo Saraceno que viene a mi taller y me propone continuar con las clases. Él quería que quede una persona, que si bien trabaja diferente a la manera que venía trabajando, tiene que ser una persona de “taller”, una persona que entienda lo que significa el trabajo de los materiales y a su vez, estar trabajando en una actividad en donde la producción es la confluencia de los oficios, no hay más. El carpintero, el soldador o el herrero, el piedrero, y el tipo que modela se tiene que nuclear en uno solo, bancándome cursos de quince a treinta personas… yo me quedé muy sorprendido, porque salio todo bien. Estos talleres se dan en la casa del escultor Domingo Vittoria y dependen de la Secretaría de Cultura del Municipio de Morón.
El verdadero sustento es mi obra. Es fundamental dar testimonio, para nuestra vida, es eso. Muy a pesar de tu economía, de tu salud, es como una misión; vos venís acá, a esta tierra, a esta vida, con una misión, el asunto es cumplirla. Por eso, yo lo que hago en paralelo no es solamente desarrollar obra tridimensional en metal, sino trabajar la madera, arcilla, pero siempre con la búsqueda de mi imagen original.
- ¿Qué le querés transmitir a tus alumnos?
- Correrle la idea de que la vida del artista plástico es una vida abstracta. Mayormente yo trabajo con adultos, pero también viene gente joven que está por recibirse y tiene una idea como muy distorsionada de lo que es la vida de un artista plástico. Cursan el nivel terciario o la facultad, y cuando salen creen que van a ser artistas plásticos y en realidad son profesores. Hay un abismo. La diferencia entre el profesor de plástica y el artista plástico es una decisión de vida prácticamente.
Entonces, en los talleres trato de eso, inculcarles un método de trabajo, la dedicación y la concentración. Una vez que generamos eso con el ejercicio, viene la poética tridimensional, o sea, ¿para qué querés seguir escultura? ¿por qué te interesa escultura? ¿por qué necesitas expresarte con un objeto tridimensional y no con un dibujo?... ahí viene la cuestión de la facilidad y el deseo.
Vos vas viendo cómo se va desarrollando, y la gente empieza a vivir una vida de total felicidad, porque empiezan a saldar con los sueños.
- ¿Cómo querés que te recuerden?
- Vos sabes que yo muchas veces me pregunto eso. En realidad, llegué a la docencia por una cuestión de agradecimiento. Porque la plástica, la escultura, me dio tanta felicidad a mí, tanta alegría, tanta fuerza interior, esa… ¿cómo explicarlo? es como que descubrís un canal de expresión vital que no tiene nada que ver con el dinero, no tiene nada que ver con eso, es una realización de tipo espiritual.
Empezás a descubrir un gran potencial humano, primero propio, y luego lo descubrís en los otros cuando te transformas en profesor.
Quisiera que la gente se acuerde, no de un artista plástico, sino de un tipo que laburó honestamente. Cuando vos trabajás y generás una dinámica a partir del agradecimiento... no es por parte de la economía y el materialismo, entonces eso es muy importante para la gente joven.
Veo en los jóvenes un vacío a nivel espiritual muy grande, y el arte (la plástica) camina por ese lugar. Por eso es tan importante que los jóvenes incursionen por cualquier camino del arte. Realmente te despierta las ganas de vivir.
Continúa la ronda de mates….
- En el año 1991 vinimos con Patricia Navún a vivir a 20 de Junio (La Matanza). Acá construimos nuestra casa desde cero. Cuando vos hablas del budismo, es esencial, la interpretación es totalmente así, porque trata del poder del yo, del ser humano. Y es cuestión de proponérselo y hacer lo que quieras. Ahí tenes que manejar la conducta, ser un tipo muy concentrado…
Yo vivo completamente de vacaciones, vivo tranquilo, donde puedo reflexionar sobre mí laburo. Nosotros dejamos de comer carne, luego nos dedicamos a la autoconstrucción, que es tremendo para gente tan joven (teníamos 25 años cuando construimos todo). Uno planea en un papel, en donde tranquilamente uno puede hacer borrón, ahí no hay ningún damnificado. Éramos artesanos, con la feria compramos el terreno, ahora es impensado.
Cuando nació nuestro hijo Nicola nuestra vida cobró sentido y se cerró el moño en relación con toda la filosofía en la que estábamos trabajando.
Hoy en los talleres, enseño la autonomía, que no existe prácticamente. La autonomía es la construcción de herramientas, entender de electricidad, si se te estropea una máquina, saber arreglarla, ser protagonista de tu vida. La gente se sorprende, no cree que puede acceder a armar su propio taller, desarrollar tu propia producción escultórica.
Yo tengo una alumna que viene de Escobar, egresada del Prilidiano Pueyrredón, una carrera en pinta extensísima, un cuerpo de obra impresionante, pero curiosamente en el segundo año de la cursada, hay un punto en donde vos tenés que decidir qué seguir, la pintura, la escultura o el dibujo, y ella eligió la pintura porque decía “yo no voy a poder con todo eso”. Tiene 56 años, y descubrió que podía dedicarse a la escultura, a la talla de madera sin matarse, y su obra es muy buena.
Lo mismo pasa con los chicos, nadie le da pelota en la plástica. Nicola va al colegio en Pontevedra y el colegio pone en segundo plano la plástica. Históricamente y lamentablemente la hora libre. En el caso de nuestro hijo, tiene el taller en casa. Con las otras actividades poco se engancha, y eso hace que se separe de los otros chicos, en donde surge el “no se puede hablar de nada”, “a nadie le interesa”, “todo se toma a chiste”... es un gran vacío. Algunas mujeres empiezan a hacer un taller de arte y sus maridos le dicen “vas a perder tiempo, para qué”, es un boicot en todos lados, es muy difícil.
- En varios municipios te dieron premios por tu obra y trabajo, ¿en La Matanza cuál es la relación?
- En realidad yo fui a la Secretaría de Cultura de La Matanza una sola vez a pedir un crédito porque quería ampliar mi taller, y nos dieron un crédito por $5.000 por el Instituto Municipal de Desarrollo Social, que era para microemprendedores. Yo con eso compré lo que hoy es la estructura del techo de mi taller. Estuvo bueno, pero solo compre las diez tiras de hierro para el techo.
- El año pasado se hizo el Encuentro de Escultores Matanceros, ¿a vos nunca te llamaron?
- Hay dos caminos en este trabajo. Está el tallista, que tiene más que ver con la cuestión artesanal y los escultores por otro lado. No sé qué clase de actividad hicieron. Yo participo en encuentros de escultores de todo el país, me conocen muy bien.
- A lo que voy, es que siempre hablamos de la cuestión matancera como identidad muy nuestra. Y eso no se ve reflejado a veces.
- Sin embargo, cuando vamos a participar en otros lados llevamos la bandera que dice “Raúl Collemi, representante de Buenos Aires, La Matanza.
-¿Qué opinas de todo esto?
- Es lo que te decía antes, el que prende el motor es el político. A veces no tienen idea de lo que sucede culturalmente en el pueblo. A nivel artístico, a nivel plástico, siguen con la idea de “la hora libre”. Es una actividad que no tiene ninguna trascendencia y para mí es vital. Despierta situaciones internas del ser humano trascendentales. Pero nadie pregunta tampoco.
El Encuentro de Escultores es un taller abierto, eso implica que vienen las escuelas, vienen chicos con ciertas discapacidades y nosotros nos encargamos de divulgar esas actividades. A nivel técnico, como desarrollamos la obra, visualmente es muy atractivo. Cuando se trata de la talla de madera, seguramente te van a entregar un tronco de tres metros por sesenta de diámetro y eso vos tenes que transformarlo en una obra. En el día a día, aparece el pueblo que ve cómo se va desarrollando la obra y eso no lo vi en La Matanza, ni en Buenos Aires.
El Encuentro de Escultores se hizo en el año 2000 en el Parque Avellaneda, donde hoy, todas las obras de los grandes maestros están ahí abandonadas.
-Como pasó con el “Paseo de las Artes” en Laferrere.
- Sí, no hay mantenimiento…
A mí me convocan para ir a la Bienal del Chaco, y yo veo que la relación que hay entre el pueblo y la plástica es de constante actitud formativa. En el Chaco hay 640 esculturas en la calle, que como patrimonio artístico es altísimo. Cuidadas por los vecinos, y eso es mérito de la Fundación Urunday, que la organiza desde el año 1988 ¿Qué hace desde 1988? enseñarle al pueblo, que los pueblos trascienden a través de la cultura, no hay más vueltas. Sino el Chaco sería una provincia productora de madera y nada más. Hoy en día vos vas allá y es realmente hermoso, el contacto con el pueblo es lo más emocionante de todo, queda en segundo término la construcción de la obra. El pueblo camina por tu lugar de trabajo y la gente te ceba mate, se interesa, la formación del pueblo en el área de la cultura debe ser constante.
Nuestro trabajo es muy exigido a nivel físico y económico. No hay nadie que te de una mano. Y me parece bien si el político considera que yo soy un total desconocido. Perfecto. Tengo la obligación de seguir luchando, lucho por mí y por mis alumnos.
-¿Cómo viviste los 4 años de Mauricio Macri?
- Por todos lados fue devastador. Desde hace más de diez años participamos del Salón Nacional de Escultura y desde la Secretaría de Cultura, Avelluto cambió el reglamento del Salón e hizo un desastre en la cultura, que no se puede creer. Tené en cuenta que por cada disciplina en el área de la plástica, se seleccionaba para entrar en sala, alrededor de cuarenta o cincuenta obras y este tipo cerró veinte obras. El Salón Nacional quedó devastado. Terrible. No había especialistas en las disciplinas, sino que un crítico de arte estaba fiscalizando a los escultores.
A nivel económico puse “velocidad crucero”, con los talleres y clases, más el trabajo de Patricia.
- ¿Ahora tenés esperanzas?
- Yo tengo muchas esperanzas realmente. Un gobierno que estaba en función con esa tendencia neoliberal era imposible, inviable, insoportable.
El medicamento para resistir estos cuatro años fue mi actividad artística. También, trabajar con adultos implica encontrarse con problemáticas a nivel económico, social y salud, que vos en el taller tenés que tratar con muchísimo cuidado. No es solamente aprender la técnica escultórica, sino es tratar con un individuo, con un ser humano. El taller termina teniendo como una estructura de contención social. Cuando el individuo se siente contenido, se empieza a relajar, cuando se empieza a relajar, empieza a entender que existe la plástica, la música, como una expresión que le genera… empieza a vivir.
- Hablanos de tu obra…
- La obra que se expone en mi jardín, cuenta con casi 30 años de trabajo dedicado a la construcción de objetos escultóricos. El objetivo simplemente era y es dejar testimonio sobre mi paso por ese nivel de existencia. Casi sin darme cuenta todo ese mundo orgánico que iba creando, sustentando en obsesiones, impresiones, lecturas, etc., se fue transformando en mi necesidad diaria, investigando sobre diferentes materiales, incursionar en otras disciplinas complementarias.
En mi última serie, entro directamente con la cerámica, técnica de tala y cocción a leña, donde el material se ajusta a mi necesidad de explorar mi historia como hijo… viajando hasta el propio interior de mi madre, desde mi concepción hasta hoy, donde ella no está.
- ¿Qué mensaje le das la juventud?
- Es un error esperar que venga todo de afuera. Es fundamental la formación, es desarrollar la cultura. Es la llave que hace que ellos tengan la posibilidad de decidir y elegir. Si esperamos a ver cuándo se produce, cuándo me van a dar algo, se te van los años y no vas a poder hacer nada en tu vida. Tenés una oportunidad grandiosa en este espacio/tiempo. Nosotros tratamos de aprovecharla con un proyecto de familia, por ejemplo construyendo esta casa y desarrollandonos a nivel profesional. Creo que ahí está el secreto también, en no arrugar nunca, a pesar de todo. Siempre todo fue muy difícil, pero vos necesitas ponerte en función y desarrollarte, porque sino terminas siendo peón de alguno que tiene un proyecto. Yo quiero que mis alumnos y mi propio hijo tengan sus propios proyectos, con el cual luchen y se deslomen para ese proyecto.
Básicamente es eso, es la lucha. Hay una lucha interna muy grande, y creo que el secreto es tratar de transformarte vos en el protagonista de tu propia historia.