Remembranza, Niña Yolanda
En este húmedo verano de Lozano
miro el infinito
un cálido suspiro me rodea
Los recuerdos ebrios de noche
se han convertido
en tempestad y relámpago
Los sueños se desangran
entre las turbias aguas del río Grande
y las aguas cristalinas de Yala
El tiempo se transforma en geografía
la espera tensa entre dos batallas
del pasado y el presente se debaten
Como peregrina incansable de la vida
busco tu figura en el verde valle de Lozano
arde tu nombre me abraza
descubro tu secreto
Hoy al evocarte una estrella parpadeó
entre las nubes naranjas
Todo un pasado va a tu encuentro
pleno de música poemas y cantos
Acunaste a tus hijos culturales
con azahares vinos y serenatas
desanidaste noches y entregaste auroras
con la inquietud del estío
Niña Yolanda, tu presencia eterna
en Lozano
ha vencido el tiempo
con esta serenata
S.A.
Yolanda Pérez de Carenzo, hija del comandante Pedro José Pérez (dos veces gobernador de Jujuy) y María Teresa Portillo, nació un caluroso y seco 16 de febrero de 1902, en San Salvador de Jujuy.
Fue pianista, compositora y poetisa. Yolanda vivió en su casa ancestral, la misma que gestó el Éxodo Jujeño y en la que se firmó la paz de la guerra del Chaco. Tenía todos los elementos necesarios para convertirse en una previsible y reaccionaria niña de la alta sociedad del noroeste, sin embargo, ella eligió otro camino, una ruta propia por la cual transitar.
Perfil de la niña Yolanda:
Generosa, gran amiga de sus amigos, La niña Yolanda era, gordita, baja de estatura, indiferente a la coquetería, siempre risueña bohemia, estudió música como tantas otras jóvenes de San Salvador de Jujuy.
Fue maestra de la Escuela Belgrano, compartió con otras jóvenes, una especie de avanzada feminista jujeña, cuya reunión se realizaba en el Club Social. Una de sus amigas del alma, fue la señora Cachorro Álvarez Soto, quien a fines de los años cuarenta se desposa con Héctor Roberto Chavero, más conocido por Atahuapa Yupanqui.
En 1936 ofreció una serie de conciertos en Radio Municipal de Buenos Aires, donde se hizo amiga del famoso compositor Carlos Guastavino, luego actuó en Salta, Tucumán, San Juan y Mendoza. Amaba la música folclórica, pero también a Beethoven, Chopin, y Paderewski, el piano que poseía fue un regalo de Alberto Williams.
Cuando cumplió 50 años, en su casa de Lozano, junto a su esposo el Dr. Carenzo, Ariel Ramírez, el Cuchi Leguizamón, Manuel J, Castilla, le regalan Zamba de Lozano. Cuya zamba quedó para siempre en el folklore jujeño, para escucharla y bailarla.
" Ramito de albahaca, Niña Yolanda
¿dónde andarás?
atrás se quedó alumbrando
su claridad" ( Estribillo de la zamba)
Autor: Manuel J. Castilla
Yolanda Carenzo sabía organizar en su casa, en Lozano, en una antigua mansión colonial, veladas artísticas con sus amigos. La condición para compartir sus veladas, era levantar la guardia contra la soberbia intelectual y evitar de esa forma el aburrimiento. Así llegaron los Premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, afamados artistas como, Carlos Guastavino, Andrés Chazarreta, Domingo Cura, Julio de Caro, el autor de la Canción con todos, Armando Tejada Gómez, el excepcional pianista de jazz Enrique Mono Villegas,Conrado Nalé Roxlo, personalidades del norte, como una muchachita tucumana apodada Mecha, y que después se convertiría en figura internacional, La Negra Sosa.
Con el tiempo la casa dejó de ser un lugar de paso, para convertirse en destino. Así llegaron personalidades como: Jorge Calvetti, Jaime Torres, Manuel J Castilla, Juan Carlos y Jaime Dávalos, Jorge Cafrune. Atahualpa Yupanqui permaneció escondido en su casa, cuando sufrió persecución durante el gobierno peronista de los años 50.
Contaron con esta mujer de personalidad magnética, se instalaron en su casa y comieron empanadas, Los Quilla Huasi, Eduardo Lagos, El Chúcaro y Norma Viola, Rolando Chino Valladares, Pedro Vargas, El legendario Agustín Lara, el tropical Trio Los Panchos.
La Niña Yolanda trabó amistad con artistas del folklore y de la música clásica y todos eran bienvenidos a sus veladas así estuvieron, Alberto Williams, Claudio Arrau, Witold Malcuzynski, Narciso Yepes, y Flora Nuldiman, el pianista alemán Detlef Kraus, y Antonio de Roco.
Ella era de bajo perfil. A los lugareños los consideraba sus hermanos. Hacia culto de la libertad, con ellos compartía desde el respeto por la Pachamama hasta la sensibilidad por la música del charango y de la quena. El viajero que remontaba para Humahuaca, no podía dejar de pasar por su casa, ubicada en Lozano, primera posta de este paisaje quebradeño, imponente, multicolor, y en su galería hogareña, Yolanda se sentaba a tomar mate, recitar y cantar con amigos y familia.
La anfitriona de las fiestas veraniegas fue una de las primeras mujeres que manejó un auto y fumó cigarrillos públicamente en Jujuy. Según manifestación de su ya fallecido hijo era extraordinariamente tierna.
Cuentan los que la escucharon que la Niña Yolanda tocaba muy bien los teclados y compuso una obra folclórica, que Guastavino consideró exquisita, amaba la música pentatónica, cuyos acordes remiten los sonidos de la montaña.
La poeta nos dejó los poemas: "Amanecer", " Siesta", "Marcha fúnebre" ", Arroyito Yutumayo". La pianista compositora: "Amanecer en Lozano", "La caja", "Zamba de Yala", "La amorosa". Con su personalidad de inusual magnetismo, blandía su humor irónico en busca de la verdad, esta maravillosa anfitriona amaba la belleza en todas sus dimensiones.
Desde 1995 se celebraba todos los noviembres la Serenata a la Niña Yolanda, en un anfiteatro realizado al efecto. Hace ya cinco años que esta celebración se perdió.
Existe una inolvidable anécdota, donde revela lo poco que le importaba que le digan "gorda”. En una fiesta social en casa de su padre gobernador de Jujuy por ese entonces, su esposo le pidió por favor que ejecutara en el piano un tango, ante la mirada atónita de las damas presentes.
Decidida bajo la mirada cariñosa del capitán Pérez , Yolanda se sentó frente al piano y tocó un tango de su propia cosecha en el que ironizaba con su letra a los personajes político de la época.
La Niña Yolanda murió en Córdoba a los 66 años, cuando visitaba a su amigo el padre jesuita Osvaldo Pol. Está sepultada detrás de la finca denominada Castellana, que así la bautizó su esposo, cerca de la casona. Los jujeños guardamos celosamente la historia de vida de la Niña Yolanda, que pasó a ser patrimonio de los jujeños.
Referencia Histórica
La casa de la Niña Yolanda, está igual como hace 300 años, fue una posta histórica, sabe de historia, conserva muebles originales que son reliquias como: teléfonos dorados y negros, candelabros, arañas, pisos auténticos de cerámica y objetos históricos y conserva también el inalterable espíritu de casa de puertas abiertas. Está ubicada a 20 km de San Salvador de Jujuy, en la antigua traza de la Ruta 9, que antes fuera el camino Real al Alto Perú. Allí llegó Don Domingo Carenzo en 1776, como enviado del Rey de España, para levantar una posta por los años que después pasó el general Manuel Belgrano.
Hoy es un hotel boutique, para alojarse y descansar.
Susana Aguiar: Escritora jujeña. Escribe poesía, narrativa, haikú, microrrelatos, novela. Tiene publicado 14 libros. Actualmente forma parte del Grupo Ahora o Nunca Jujuy.
