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cultura-de-jujuy-a-tierra-del-fuego  | Novela Patear El Hormiguero, de Marcos Fontela

"Algo muy grave va a suceder en este pueblo". Por Omar Ramos

13.05.2025 16:00 |  Noticias DiaxDia  | 

El costumbrismo rural es una vertiente del costumbrismo que emplea la descripción y retrato de los hábitos, tradiciones y vida cotidiana de los pueblos campestres. Se identifica por la presentación de escenas distintivas, hombres y mujeres de la cultura cotidiana, a menudo con un enfoque en la vida del campo, los habitantes, las autoridades policiales, la iglesia y su cura, los peones, empleados, chacareros, estancieros, con sus tractores, las cosechadores, los tambos, la estación de trenes y el club deportivo entre otros sitios. Por esa circunstancia la novela Patear El Hormiguero, de Marcos Fontela, editada por Milena Pergamino, (2025) está ambientada en un poblado donde un hecho inesperado rompe una rutina que era también abulia. El texto muestra, connota lo que sucede en ese sitio “de la pampa vacía”, personaje central de la narración, donde surgen a través de un lenguaje fluido y ágil, pero ajeno a la simpleza de muchos libros actuales, unos protagonistas nada estereotipados que destapan “el hormiguero” que se bifurca en distintas historias.
En algunos casos, los escritores del costumbrismo rural empleaban expresiones con modismos típicos del lugar e incluso más atrás en el tiempo con El Martin Fierro de José Hernández publicado en 1872, y Ricardo Güiraldes con Don Segundo Sombra, editado en 1926, utilizaban un lenguaje gauchesco nacido en nuestras pampas. No es el caso de esta novela, ubicada posiblemente en la década del 60 del siglo XX, cuyo tiempo preciso no se dice salvo por las menciones a los cantantes Julio Sosa y Leo Dan y la caída de Perón.
Uno de los logros de este libro, además de entretener y producir reflexiones en el lector es la permanente acción que suscita a partir del robo de una cuchilla con mango labrado que altera la vida del pueblo rural, donde el intendente Castillo llevaba más de veinticinco años de mandato haciendo obras públicas, ajeno a la corrupción; el comisario Lancaster “se mostraba en sintonía con la preocupación ciudadana”. Los ladrones eran los mismos desde hacía treinta años. El padre Jorge impartía su catequesis sin inmiscuirse en la actividad de los boliches y sus prostitutas porque de esa forma preservaba a las mujeres jóvenes de la concupiscencia de la carne de “los pretendientes masculinos”.
El robo de la cuchilla de Cococha Salaverry, cuyo principal sospechoso es Peche, quien informa el narrador desde la primera línea que podía tener entre doce y veinte años, se hacía entender mediante gestos con las manos y pedía limosna en la puerta de la iglesia, le imparte a la trama una arista policial. Primero aparecieron cinco gatos descuartizados cuyas vísceras se desparramaron sobre el barro reseco y posteriormente la cuchilla se insertó en dos seres humanos.
Están los requisitos de la novela o cuentos policiales que mencionaba Edgar Alla Poe: Un crimen, es decir las víctimas, uno o varios posibles victimarios y él o los investigadores. Esta circunstancia le imprime a Patear el Hormiguero, un carácter enigmático y de suspenso, si perder por ello su sesgo costumbrista. Se ha cometido un crimen en un poblado donde los jóvenes que querían una vida distinta emigraban. Los hijos de los pudientes económicamente a estudiar en alguna universidad y otros con menos recursos querían probar fortuna en las ciudades, sobre todo en Buenos Aires.
El hecho criminal no aparentaba ser un robo, no se habían llevado nada. Tal vez podría haber sido un ajuste de cuentas por una deuda o una pelea amorosa. “Nadie sabe nada del hijo de puta que hizo esto”.
La complejidad del crimen altera totalmente la vida pueblerina y el entramado de los protagonistas captados a través del ojo visor del autor adquieren volumen y son creíbles al activar las marcas semánticas de los personajes.
Petrelli, el único abogado que trabajaba en el pueblo no defendía a cualquier ladrón u homicida que no compartieran sus criterios éticos. Una rareza original del narrador, sobre todo los que conocen el desempeño de los penalistas, que con razón manifiestan que conforme a las leyes nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Contrasta con la figura de Ongay, un abogado sórdido, oscuro, “llevaba causas turbulentas”, tenía enemigos sospechosos de haber atacado a su hijo y a la chica que estaba con él la noche de los cuchillazos.
El cura se convierte en un detective al interrogar al sospechoso y al interactuar con el comisario. Los actores son ajenos a todo estereotipo, pretensión lograda por el autor.
En muchas ocasiones, Marcos Fontela no analiza ni interpreta críticamente a los protagonistas o al lugar, situación que incumbe más al llamado realismo literario. La narratividad en el caso de esta novela es también visual, con un estilo eminentemente connotativo, que le graba un sesgo de literatura actual. Mario Fontela publicó el libro de cuentos La distancia entre la sed y el vaso (Limbo 2023) y la novela Tierra removida (Lengua suelta 2025) Fue premiado en concursos de cuentos de varias ciudades. Editó Gracias Néstor, libro con fotos de Sebastián Miquel.
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