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Poemas sucios- Luis Pereira- Por Pablo Queralt
22.05.2025 10:25 |
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Suena el bolero de Ravel la imagen es la de los Unos y los otros, pasea el danzante por la tierra de los grises, tristes hambrientos de esta tierra, la guerra es así de inenarrable, el papel desliza o deja deslizar las imágenes, son letras, la pobreza de tirar el oficio como carnada. Andar liviano de equipaje todo es pasajero y provisional, “no te enamores del paisaje, no cuelgues los cuadros,” solo queda el sonido del verso, Circe, Ajmatova, Szymborzka, Parra, el lenguaje de la fonda, el ruido del asado en la parrilla, la memoria de lo construido, todo es efímero. Una ecología del mundo visible se impone, las modalidades performáticas, la poesía, la música, el cine lo relatan. Hay una relación de fuerzas, haciendo un ecosistema, como formas de condiciones de creación, buscando un nuevo gusto por la vida. Aquí es el sitio donde sucedieron cosas, el sitio de los endecasílabos y las declamaciones, esa guerrita de planos variantes. El corte de verso como un goteo constante que narra, donde no se adivina la infelicidad, la foto, como quien roba frutales, un verso aquí otro allá. El desorden del lenguaje trepando por las calles tirando bolitas a la montada que desliza sobre los libros de Gullar, Elder, Circe, mudanzas de territorio como fotos escaneadas que la memoria vive. No me arrepiento de ese amor canta la canción de Gilda que suena en todo el poemario acompañando las imágenes lo que se dice: zurcir, labrar, arar el vocablo para que el sentido se agudice en el tono en lo oculto de la palabra, en las señales de la ruta para desentrañar lo confuso.
Palabras de las piezas de los pobres, piso de tierra, mate amargo, partes del todo en algún sitio del camino. Están los personajes el perro que fuma, los del manya o los del bolso, y los sitios lugares como el Millan, el café griego, el Rowing, los guisos infumables de esta ciudad heroica. En este conjunto discursivo hace su territorio el poemario anclado en el corazón de cada escena, recuerdo, vivencia, marcando una heterogeneidad. Estamos embarcados en esta subjetividad que nos lleva más allá de nuestros territorios existenciales creando sistemas vivientes en los desplazamientos,internos y externos, ferroviarios, canchas de futbol, porque nada permanece en su sitio, lo dicho, lo no dicho, el derrape, huecos que la poesía produce. La poesía nos cuenta de que se trata, lo que en la foto no se advierte, relatar a los pavos pavoneándose reales en su poder, sus plumas discursos patibularios, su voz impostada que nunca llegara a ser endecasílabo, soneto, solo animal rufián. Porque somos los que servimos, damos el servicio y amamos a las domesticas, a los deshollinadores, las impurezas del poema, para que sea dicho lo que nunca se dice y oculta. El tren sigue Sayago, Bella vista, Yatay, el traqueteo que el cuerpo y el lenguaje registra, eso es poner el cuerpo en el deseo instalado bajo la lluvia que entristece con su cachonda garúa. La conversación continúa en los ojos ausentes del retorno, canción del exilio en los nombres de los que viajan. Se completa el cuaderno viajero. Luminosidades del lenguaje. Siempre puede ser el momento de partir, cual es el punto exacto ¿el corte de verso? No apegarse a nada, las canciones se mudan con uno.
Para qué sirve la poesía, si sirve para algo? Al fin el poemario es un dialogo, consigo mismo y con Elder Silva, Leónidas Lamborghini, Di leone, Cohen, Gullar, Simic, todos como los pájaros estamos en tránsito.