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Rapsoda de Lucas Soares. Por Pablo Queralt
23.07.2025 09:07 |
Noticias DiaxDia |
A lo largo del continuo recitado de las palabras conocemos lo que las palabras no pueden decir, llegamos al sitio de las “sin palabras”, aquello que nos deja atónitos, imperturbables, como reacciones del mar que dejan entrever, en la espuma de la ola el simulacro, lo real y la palabra arañando la verdad, un choque de mundos, el sensible, el apetecible y el álmico. El camino del rapsoda que rapsodia su sabiduría, su salmodia, a canto verdad y canto interrupción y simulacro, para hacer una cosa de la otra, verso a verso, y hay un oyente, un borracho en la vereda, azahares y causas de la verdad, la vieja herida, encabalgamientos de amores, mensajes que interrumpen el tránsito del paso cansino que sigue su marcha errante. Rapsodiar, errar, filosofar en la lamida, lo que el oyente ve desvanecer al encender el brillo del televisor. Seguir los pasos de quien se ha ido, marchar errante de la palabra, épica, canto de la musa en la musa como rayo de sol que cruza las penumbras, canto que entre palma y palma va palmando, un ay, un despertar y un no querer, desvelo de la verdad cuando chocan y rebotan las palabras al salir de los labios. Así el tablado se va poblando tejiendo tramas donde las palabras ordena su esgrima, su simulacro. Un recitado donde chocan y bailan las palabras dejando su aura, su nube algo que tiene que ver la poesía eso que queda sobrevolando en el aire en indeterminado momento e indeterminado lugar algo varia como nos enseñara Lucrecio del movimiento, porque este poemario es un moverse y no caerse para crear, rapsodiando. Algo que se desvanece apenas se enciende y en ese intersticio la verdad, lo esencial. Y allí donde se atasca el poema el ruido de canilla haciendo presión por salir, allí el verso nuevo, algo que nace, da a luz. Un ritmo vibratorio de las palabras en su marcha en las interrupciones y los arranques del canto del rapsoda. Como un escritor que pinta el espacio por donde se mueven las palabras, un cierto silencio musical de las palabras. Como gotas de lluvia, bichos brillando a la luz, candados oxidados en los eclipses de palabras. Seguirlas allí donde se pierden las referencias, cantan, danzan, salmodian, rapsodian, ellas perlas bellas, en el acto de pasar, comunicar, sin saber lo que pasa ni lo que ocurre como una cosa infinita e indivisible, la palabra se mueve por todas partes haciendo su paradigma estético en el poemario, recitado, en este recorrido de plegado de ida y vuelta, “la maquina la palabra en esa encrucijada entre lo finito y lo infinito”. La palabra y el canto elementos, materiales de la poesía son el tema del poemario y su desarrollo, hacen su repertorio, su musicalidad. Ese misterio de las palabras y las cosas como desarrollara Foucault. Ese encanto, que como sirenas nos lleva a su mar, ola a ola, verso a verso, un camino para salir del caos en una intensidad creadora a distintas velocidades limitadas del corazón y las infinitas ilimitadas. Como cosiendo cantos recitar, recitar, a golpes de bastón, a modo Píndaro el rapsoda contemporáneo.