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El hombre del codo en la ventana, de Jorge Aulicino. Por Luis Benítez

El pujante sello argentino Barnacle distribuyó en librerías la última entrega del poeta, periodista y traductor, Premio Nacional de Poesía 2015

23.07.2025 10:42 |  Noticias DiaxDia  | 

Treinta y cinco piezas de variada extensión, pero significativo peso estilístico y de contenido conforman este nuevo poemario del consagrado autor porteño.
Tan afecto al diestro empleo de los iconos culturales impregnantes (con magistral cuidado al evitar que se adueñen del primer plano en toda la composición) como a facilitar la injerencia de lo coloquial, invariablemente, en uno y otro caso, atento a ceñir ambos recursos al sentido general de su expresión, Aulicino vuelve a dar muestras, en El hombre del codo en la ventana, de su pericia escritural, ya de sobra demostrada en su vasta obra poética anterior.
Esta capacidad de dosificación y medida precisa le posibilita salpimentar sus textos de referencias que, en otra pluma menos hábil, asomarían como incongruencias de mediano a mayor calibre. Las inserciones que habilita su escritura están colocadas en el sitio que él ha preparado de antemano, encajando con toda justeza allí donde van a relevar las acentuaciones y direccionamientos que el poeta desea sugerir a su lector. Ello, sin erigir en verso alguno el autoritarismo de lo unívoco, todo lo contrario: Aulicino abre el juego de billar que le propone a quien lee dando un golpe exacto para derramar palabras del más diverso colorido con el taco de su escritura. Luego, el lector es quien elige las troneras más próximas a su sensibilidad.
Como bien se comprende, la partida sería peligrosa si quien da el golpe inicial no supiera de antemano el recorrido exacto que seguirán sus inducciones. El abanico que despliega Aulicino es amplio, amplísimo. En su vastedad, resulta más que suficiente para incluir referencias a las artes plásticas, la historia y la literatura universal y las propias de la Argentina; la música, los viajes, el sesgo político, el universo animal y vegetal, la memoriosa cavilación sobre el sentido y el sinsentido de cuanto hacemos, pensamos o intuimos; el ámbito barrial (ausente de él todo pintoresquismo) y … ¡hasta el mundo de la historieta! La enumeración podría continuar casi sin final, dado que es tanto lo que contiene, sugiere y silencia (esto último, para que así esté todavía más presente) El hombre del codo en la ventana.
Hay un clima, siempre hay un clima en cuanto escribe y nos dedica Jorge Aulicino, sostenido y constante. Es esa atmósfera de profunda observación de las cosas y los seres la que nos coloca en los zapatos de ese hombre que escruta lo exterior y asimismo su interior desde una “ventana” que franquea el paso en una y otra dirección, no por separado, sino simultáneamente: de ahí el asombro al leer este volumen breve, pero de impactante densidad.
El humor, sutilmente inyectado donde mejor conviene a los fines del poeta, refuerza todavía más la capacidad de Aulicino para penetrar en mayor medida en los entresijos de cuanto nos quiere sugerir, por complejas que resulten las interacciones que saca a la luz, en una y otra ocasión, incansablemente y de manera muchas veces inaudita. Esa originalidad de su factura, que alcanza para alumbrar las esquinas más oscuras de cuanto expone, asombra porque, además, no desdeña apelar a claroscuros y medias sombras allí donde sabe muy bien que debe dejarlos hacer su trabajo, paradojalmente, para evidenciar aún más cuando quiere mostrarnos. No ante alguna de sus páginas, sino en muchas de ellas, es dable inferir que aquello que parecía imposible aludir siquiera, está allí, presentado por el poeta argentino gracias a su juego permanente de alusión y elución, dos constantes de su poética personalísima. Era posible nombrarlo, y hasta nos parece ahora fácil, pero solamente después de que Aulicino lo hizo.

El autor
Jorge Aulicino nació en Buenos Aires (1949/ 2025). Comenzó su trabajo periodístico en semanarios de izquierda. Se desempeñó luego en agencias, revistas y diarios; dirigió la "Revista Cultural Ñ”. Se incorporó en los años setenta al precursor taller literario de Mario Jorge de Lellis. Tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Luciano Erba, Franco Fortini, Antonella Anedda y Biancamaria Frabotta, entre otros numerosos autores italianos. Integró el Consejo de Dirección de "Diario de Poesía”. En 2012 reunió sus libros de poemas en "Estación Finlandia". Ocho años después publicaría de nuevo su obra poética reunida, corregida y aumentada. En 2015 apareció su primera versión de la "Divina Comedia". Ese año recibió el Premio Nacional de Poesía. Publicó dos libros de ensayos: en 2021 "Poesía y política" y, al año siguiente, breves trabajos sobre la Divina Comedia, bajo el título "El amor que no perdona".

Nota
(1)Barnacle, ISBN 978-987-8952-82-6, 48 pp., Buenos Aires, 2025. www.barnacle.com.ar


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