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CARTA ÍNTIMA A MARÍA CRISTINA CHIAMA. Por Sebastián Jorgi
24.07.2025 10:26 |
Noticias DiaxDia |
Querida amiga, he leído sus narraciones, me impresionaron sobremanera. Sus retratos del querido Osvaldo Bayer me conmovieron. En estos días, estaba releyendo Susurrados, un bello cuadernillo de poemas. Y desde el arranque, eso que “huele a fruta el nombre propio del que se apropia de la noche y en abrazo” me provocó un insomnio casi permanente y me puso en órbita de este libro tan sostenido, tan sugestivo en la serie de poemas aforísticos, si se me permite la idea.
“Me he propuesto en contra de mis convicciones un exilio del árbol y en caracoles”, usted confiesa, mientras yo también me identifico y arremolino viento en contra de los que pienso, me castigo y me enajeno en esta época de hipocresía y odio a quemarropa. Pero no consigo ese espacio, ese “exilio” porque como usted escribe, “la utopía es molino y viento”, caramba. Yo también “me quedo con los pueblos y su entereza de humo”.
Y sigo, ese baldazo frío de tirarme contra “los gestores de la muerte” me pone en un compromiso, con sólo atisbar en la memoria, en recuerdos y me hace tan bien su verso “no claudiques ante tu piel” de tal magnitud que pienso en victorias, pese a que “al lobo riesgo avance”, intento alegrías inventadas contra la crucialidad de esta época y voy “trepando la historia” como puedo, a tientas. Agarrado a la madera fortuita en medio del mar, un náufrago en el agujero negro, ay, ojalá que el “agua fluya entre piedras” para ser bautizado nuevamente y decir, acercándome al jardín de casa, “aquí estoy mamá, no es cierto lo que está pasando”. En medio de toda esta lectura de Susurrados, (Maremium)recibo un chat donde usted me anuncia el envío de otro libro, Insinuaciones de la casa, que al fin llegó a mi domicilio en Caballito después de una travesía de casi tres meses, desde Laboulaye.
Dele abrir el buzón mis queridos porteros Claudio y Nicolás y nada. Así hasta que un día comenzamos a recorrer las oficinas de correo del barrio y nada. Hasta que una empleada sagaz, con un rastreo minucioso, me dijo, "vaya a la sucursal de la calle Directorio”. Ay, justo donde allí trabaja el mejor cartero del mundo, mi apreciado amigo Luisito Tebes.
Y al fin llegó su libro en un sobre papel manila, que no pude abrir hasta un par de semanas después. Y en eso estoy, querida amiga, leyendo este libro bellísimo con una dedicatoria tan cariñosa que agradecemos Ramona y yo. Y mucha, es la adhesión que me provoca Insinuaciones de la casa,(Lepidóptera) como reza en el acápite de Inés Legarreta, “La casa es la que tiene palabras”, caramba, Usted me ha empujado a hacer dos viajes seguidos, (19 y 20 de Julio) hacia mi casa natal de Lanús, porque presiento que es la misma casa, con una madre que “agradece el pan de cada día”, “con un cajón de olvidos” y donde “hoy los árboles andan descalzos” y oh qué casualidad, mi casa ya no aparece, “está dando coletazos en el aire”.
Pero sabe qué : pude ver a través del jardín a mamá “llenar una taza/una maceta/ un cesto” y fue un “alivio” para mí. Y como escribe nuestra querida Edda Sartori en la contratapa, “La casa como edificio de la escritura”, es posible que en esa casa común, escribimos con la mediación de “las marcas de la memoria” como apunta Elizabeth Jelin. Gracias por enviarme su libro, lo estoy comenzando a leer, ah, a mí también “me gustan los rostros limpios”, que no abundan en este tiempo, querida amiga.