Hoy nuevamente en este recinto estamos por consagrar la IMPUNIDAD para los corruptos. No será por nuestro voto, quiero aclarar. Ni el mío ni el de mis compañeros de bloque, ni de aquellos que creemos en la verdad y la justicia.
Está más claro que nunca cual es el objetivo buscado por el oficialismo: premiar al delincuente y castigar al decente.
Así mientras al argentino que trabaja honradamente y se gana el pan con el sudor de su frente se lo persigue y agobia con una carga impositiva que llega casi al 50% a los nuevos ricos de este modelo, los nuevos oligarcas, se los premia ofreciéndoles blanquear el dinero mal habido producto del delito contra el estado. O sea, contra todos nosotros. Ciudadanos que a duras penas tratamos de cumplir con cargas impositivas insoportables e impagables.
Mientras tanto la AFIP persigue al monotributista que se atrasa. Al empresario genuino y nacional que no puede estar al día con sus pagos, embargándole la cuenta bancaria y ocasionándole perjuicios de toda índole, no dejándole trabajar y comerciar libremente, avasallando sus derechos constitucionales. Y esquilmando el sueldo de los trabajadores con las retenciones de ganancias a ingresos menguados por la inflación, el más injusto de los impuestos.
Este “modelo nacional y popular” ha llegado al colmo de cobrar ganancias a los jubilados cuyas cajas son saqueadas para pagar la política clientelar y electoralista del oficialismo.
Pero además, se saquea de manera escandalosa e injusta al sector agropecuario. Sector productivo al que se somete con un 50% más de carga impositiva que respecto de los demás sectores.
Que se lo extorsiona con trabas de todo tipo, intervenciones y abusos para empobrecernos y quedarse ya no con nuestra renta, sino con nuestra tierra a un precio vil: El modelo Calafate.
Este modelo calafate que se extendió a toda la Argentina con el único objetivo de comprar tierra por dos mangos para revenderlas a las mafias que se ocupan de este negocio en el mundo. Robándonos el esfuerzo y sacrificio de varias generaciones de argentinos.
Nunca entendieron -o no quisieron entender- que los campesinos de hoy son pequeños empresarios familiares. Auténticos empresarios porque arriesgan e invierten en su país, sin subsidios de ningún tipo. Son miles y miles de argentinos que viven, piensan y sienten como tales y cuyos títulos de propiedad son el último baluarte de soberanía que nos queda.
Por ello el menemismo en los 90 había conseguido hipotecar el 80% de las tierras argentinas en el banco nación y no pudo llegar a privatizarlo. Por ello el oficialismo busca quebrar a los campesinos argentinos para quedarse con sus tierras y revenderlas.
Esto es lo que subyace en el conflicto de la 125. La entrega con los mismos actores de los recursos naturales que pertenecen a todos los argentinos: la tierra, el agua, los minerales, el petróleo, en beneficio de unos pocos, los nuevos señores feudales, la nueva oligarquía que se escribe con K.
Oligarquía que tiene su correlato en las provincias. Así en Entre Ríos el impuesto inmobiliario provincial se aumentó hasta el 700%, después de dos años de sequía. Este aumento que fue desigual, se aplicó en mayor medida para los opositores: las parcelas de ellos pagan mucho más que parcelas iguales linderas.
Pero esto no alcanzó. Este año se aumentó nuevamente por decreto y se hizo ley un llamado impuesto a la transferencia gratuita de bienes cuya finalidad es destruir el trabajo y el esfuerzo ajeno y sobre todo a la familia entrerriana de clase media, urbana y rural.
Destruir a los opositores, sus vidas y sus bienes, con impuestazos, tarifazos y sometiendo a toda la población al flagelo de la inseguridad con bandas de maleantes cercanos al oficialismo y protegidos por ellos.
Repito, destruir a la clase media, ese es el principal objetivo del oficialismo. Castigar al que trabaja y produce y premiar al delincuente y al corrupto dándole todas las facilidades para el lavado.
Pero esto no es todo. Se les paga por traer dinero sucio, producto del robo sistemático en la obra pública, del juego, del narcotráfico, de la trata, del contrabando de armas, de todo delito que se origina en negocios inconfesables que no pueden ver la luz pública.
Nuestro país la república argentina se va a transformar en el paraíso de los lavadores, en la capital de los negocios sucios y criminales del mundo.
Qué triste privilegio ocupar los primeros puestos entre los países más corruptos del mundo.Lejanos están los tiempos en que nos reconocían por la excelencia de nuestra educación pública, de la cual surgieron intelectuales y científicos de renombre. Por ser eficientes productores de alimentos o por la pujante clase media, orgullo nuestro y envidia de Latinoamérica.
Saqueo y corrupción.Corrupción y saqueo.Bolsas y Bolsos con dinero robado que van y vienen de todas las provincias hacia Santa Cruz o a los paraísos fiscales y a Suiza.
Para el pueblo: saqueo. Para los chorros: blanqueo.Consagrar la impunidad. Como los militares que creían que sus crímenes iban a ser impunes y nunca iban a ser juzgados. Como Menem, que nunca creyó que iba a ser juzgado y condenado.
La corrupción mata, en los trenes, en las rutas, en los hospitales, en las inundaciones, en las minas. No es algo abstracto porque los muertos no son abstractos.
Que los muertos y los desaparecidos de la década robada estén presentes en cada uno de nosotros para que su sacrificio no haya sido en vano y golpeen cada noche en nuestras
conciencias.Juicio y castigo a los corruptos. Para que haya un nunca más para la corrupción en la Argentina".