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Los caranchos se equivocaron, una vez más por Agustín Rossi

17.01.2013 09:12 |  Noticias DiaxDia  | 

La Presidenta de la Nación suele decir que no hay casualidades sino causalidades. Y la historia registrará que la ciudad de Mar del Plata fue el escenario donde – dos veces en menos de diez años – todos los argentinos dimos claros mensajes del país que queremos construir.
La primera vez fue a comienzos de noviembre de 2005 con motivo de la realización de la Cumbre de las Américas. Allí, los presidentes latinoamericanos dijeron “NO al ALCA”. Lula Da Silva, Hugo Chávez y Néstor Kirchner tuvieron un rol protagónico. “Los tres mosqueteros” – como supo denominarlos el presidente venezolano – le dijeron en la cara a George Bush que no estaban dispuestos a condenar a sus países a ser parte de una zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Ése día se decidió un rumbo distinto, alejado de las “relaciones carnales” de otros tiempos. En Mar del Plata, los países de la región elegimos un camino de soberanía, de dignidad y de fuerte integración política y económica.
El 9 de enero de 2012, esta querida ciudad volvió a ser el lugar elegido para dar un mensaje de soberanía y dignidad al mundo entero. El retorno al país de la Fragata Libertad – tras haber sido liberada por un fallo del Tribunal Internacional del Mar luego de ser retenida en un puerto de Ghana por una decisión judicial de la Corte Suprema de ese país a solicitud del fondo buitre NML – fue un verdadero símbolo de los valores que orientan los posicionamientos de la Argentina en el mundo, especialmente frente a los poderes especulativos. Como dijo la Presidenta de la Nación, no estamos ni estaremos dispuestos a entregar nuestra soberanía frente a quiénes acostumbran lucrar con el padecimiento de los pueblos.
Llama la atención – aunque ya no sorprende – que durante los meses de octubre a diciembre pasados no fueran pocos los dirigentes políticos, economistas y comunicadores que recomendaban hacer lugar al reclamo de los fondos buitres como camino indicado para recuperar la Fragata. Curioso: para recuperar la Libertad, proponían renunciar a la soberanía. Estos fueron los “caranchos” de los que habló la Presidenta: se alinearon con los intereses de los “buitres” para sacar un rédito político momentáneo. Se equivocaron, una vez más. Nuestro gobierno, en nombre del estado argentino, eligió el camino de la diplomacia, llevando el reclamo a los ámbitos especializados en la materia, convencido de que nuestra posición era plenamente coherente con el derecho internacional y los tratados existentes. El tiempo nos dio la razón.
Varias lecciones deja la recuperación de la Fragata. Primero, las convicciones se defienden con firmeza, a pesar de que muchas y poderosas voces planteen caminos más cómodos. Segundo: la dignidad de un país no se entrega, no es una mercancía que se compra y se vende. Y tercero: la soberanía se defiende con uñas y dientes, apelando a todas las herramientas legítimas disponibles por el Estado. Los que apostaron al facilismo, al oportunismo político y al posicionamiento coyuntural (incluso, buscando deslegitimar el acto de recepción de la Fragata) fallaron de nuevo. Otra vez en Mar del Plata, como en aquel noviembre de 2005, los 40 millones de argentinos, con nuestra Presidenta a la cabeza, le dijimos a los caranchos que no estamos dispuestos a darles de comer.

 


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