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Antología esencial de Luis Benítez por Pablo Queralt

26.07.2025 16:50 |  Noticias DiaxDia  | 

Comienza allí la épica de una vida: la poesía el germen iniciático, la semilla mitad padre- mitad madre dando molde al proyecto vida-oficio-poeta, un mundo en otro mundo, piernas para correr por el césped de desentrañar, seguir el misterio, aquello que es imposible de desenfrenar donde peligran los sentidos. El dolor, la alegría, el placer, el miedo, los deseos, camino del fruitio donde todos queremos llegar, allí en el poemario hace su camino con fina maestría y conocimiento de las pasiones y el proceso creativo que rememora, produce, enriquece, reinventa ese universo interno rimando tiempos y espacios, compases y ritornelos que hacen a los rituales que constituyen nuestro cosmos. La palabra elegida, la prestancia, la justeza de su medida estética y discursiva, decir lo que se quiere decir. Llegar al corazón del alma, del dolor, del ser que habita, recorrer los lujos de la muerte, la noche, como dioses que esperan a la muerte inmortales, un mundo debe concluir para seguir. El sueño no debela su secreto solo habla en su lengua donde está el bautismo de todo, lo que quedó detenido y secreto en su propio brillo, ese mundo de imágenes que se escapan de lo que se escribe, rezuma el poema. El universo viniendo con toda la humanidad junta en la sola respiración, todo convive como un gran útero creador, el pesado secreto de los tiempos donde danza el imaginario y el conocimiento haciendo su territorializacion en regiones no regidas por el espacio y el tiempo. Las distintas potencialidades de la acción en un infinito de movimiento en su metabolismo
de conformación de una épica, la proyección de la voz en distintas circunstancias estéticas entre el cero y el infinito, rebrotando en los estados de las cosas. Una voz para cada circunstancia, porque hay que desterritorializar en distintas tensiones posibles antes de la finitud sensible, poema a poema llegando al corazón de las intensidades del inocente mundo feliz de las infancias, el tiempo sin límites, el alma primera. Los días que vuelven con sus imágenes, lloramos en esas imágenes lo que hemos perdido, esa guerra infinita que es vivir con uno mismo. Poemas de una estructura sólida, un cuerpo para el alma poético que anda por donde nada es y todo es, así la prosa de estas ciudades, que serían nada morirían sin los hombres que pasan por ella como ríos, las habitan y se van, ellas las ciudades quedan como las piedras. Poemas de una universalidad, de mundos en espirales, recorridos circulares, donde la poesía es patria, palabras abrazadas al diccionario de la vida que emana su propia savia, sus palabras, su verdadero mundo, el libro abierto jubilo y belleza encontrada en su lectura, escritura- mundo hallado donde la palabra es la patria, el origen de todo donde cada silencio habla. Donde está escondido el poeta? Es un perseguidor perseguido en sus pasos de cazador, traductor de un mundo en otro, en su camino perdido donde no hay palabras las crea. Las calles, los momentos pasados son el escenario donde el poema teatraliza, agregando el aroma, el olor que yace en la memoria como a hojas quemadas, al de las jóvenes mujeres en baños públicos, a las monedas, al olor de la poesía en los bolsillos, “el olor milagroso de las cosas vulgares de las que apenas se comprende, que emanan la noche poderosa”. Los sentidos a pleno evocando, creando mundos posibles, potenciales atemporales, retornos a la infinitud. Saber entrar y conversar con la muerte, encontrar el registro del hombre, los abismos posibles que tiene la palabra necesaria esa en la que sabes cómo te llamas y en donde se tiene un mundo para pronunciarla. El poeta sabe de lo que habla, cabal, muestra su convicción poética al tocar temas universales, centrales que definen al buen oficio del poeta en su actitud ante las trascendentes preguntas, cuestiones resueltas con maestría poética. Cuidadosos versos con cortes que animan a continuar la lectura, un poema se encabalga a otro temática y estéticamente y tiende puentes en los saltos de voz cristalizando el yo al tiempo que lo disuelve en otro yo. Hay un franqueamiento de umbral y dispersión de lo que se trabaja en una selección de lo que no ha tenido lugar y allí dormir, soñar, o morir en lo infinito. Como quién conduce su corazón y reconoce el penúltimo recurso del error empecinado- quién navega el mar de los antiguos-Eneas, Ulises- como una cuna, junco de una historia ignorada, lo que calla y silenciosamente aparece en el poema y estalla como una verdad amable sin necesidad de gritos. Como por imperio aparecen los escritores leídos que son parte de uno y afloran aquí allá, verso mediante con cautela de hombre de todos los tiempos, jugador de toda la cancha, porque la historia es un gran mar donde estamos y quien lo cruza puede cantarle su canción como Melville al observar la ballena con el pulso de olas que lo han inundado , un contemplar el pasado y al mezclarse con sus sombras divertirse en el juego con Pessoa, Benjamin, Doyle, Sarmiento, Faeton, Tiresias, nadie falta al encuentro en el poema que cruzan el papel- monstruos de luz que hacen cada universo- posible e imposible. Una noche ansiosa que cabalga la pesadilla donde nacer o morir es la duda, un escribir, escribirse es la solución en la linterna del día, un filosofar poético que se pregunta, cuestiona con inteligencia artística de quien sabe decirlo mejor como una voz omitida por el silencio de las palabras que camina por la patria de lo imprevisto.


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